Es el año 2063 ...
Contra todo pronóstico, la comunidad internacional consiguió en 2033 dar un giro de 180 grados a una serie de políticas públicas que tuvieron un gran efecto palanca en las estrategias de adaptación a la emergencia climática global, cuyos efectos eran imposible de ignorar para entonces.
Como se venía anunciando desde múltiples disciplinas, todo esto tuvo efectos positivos enormes en la calidad de los trabajos desempeñados por una gran mayoría de personas, sobre todo en Europa, lo cual naturalmente revertió en decisiones vitales.
Una de esas decisiones fue la de elegir un lugar para vivir, facilitando tanto la movilidad como la permanencia en lugares particularmente tensionados en términos de acceso a la vivienda. Las familias, tanto las "de sangre", como algunas seguían llamándolas, como las de "nuevo diseño" obtenían muchos beneficios. La natalidad comenzó a estabilizarse y aquel germen de los clanes y criaderos románticos comenzó por fin a extenderse.
Tres tendencias problemáticas
Tendencia 1: La precariedad laboral habrá aumentado y estará más extendida por todos los estratos sociales.
Tendencia 2: La calidad de vida vinculada a la emergencia climática será más acuciante que ahora en 2023.
Tendencia 3: Será menos frecuente que la familia extendida viva en un mismo lugar.
Una evolución positiva
En el futuro, las condiciones laborales de una mayoría de personas habrán mejorado respecto a 2023, se habrán implementado medidas de adaptación a las nuevas realidades climáticas suficientes como para mejorar la calidad de vida y cada vez hay más familias extendidas que viven a pocos km de distancia.
Esta imagen de futuro fue enviada anónimamente por alguien que se describe como:
"Mujer, 35, fui concebida y no quiero tener hijos."
Versión original en castellano.
